Cuello y escote, Rostro
RUTINA DIARIA DE BELLEZA PARA EL CUELLO Y ESCOTE
El cuello y el escote son zonas especialmente delicadas de la piel y, como tales, se encuentran entre las primeras en mostrar los signos del envejecimiento. Por ello, se debe actuar de forma específica y continua para ralentizar el proceso de envejecimiento de estas áreas.
Algunas zonas de la piel son más propensas a sufrir signos de envejecimiento y degeneración. El cuello y el escote se encuentran entre ellas por diversas razones, que residen en la particular estructura y organización funcional de la piel en estas partes del cuerpo.
Una película hidrolipídica que se afina y una piel deshidratada.
Es la primera causa del envejecimiento prematuro en estas áreas. El número de glándulas sebáceas disminuye notablemente a partir de la región submentoniana y progresivamente a medida que se desciende hacia el escote. Como es bien sabido, las glándulas sebáceas producen sebo que, al mezclarse con el agua de la transpiración cutánea y otras sustancias hidratantes, forma una especie de crema natural de la piel, llamada técnicamente “película hidrolipídica”. Una disminución en la producción de sebo provoca también la desaparición de esta emulsión, haciendo que la piel sea más propensa a la deshidratación y con una menor capacidad de responder a los estímulos ambientales y solares.
El platisma pierde tonicidad.
La anatomía del cuello y el escote también es bastante peculiar. Un músculo superficial largo, plano y delgado, el platisma, ayuda a sostener la piel, especialmente contra el efecto de la gravedad, que tiende a estirar hacia abajo los tejidos torácicos y las glándulas mamarias. Cuando el platisma pierde tonicidad o se divide en pequeñas bandas, la piel del cuello y del escote presenta flacidez, arrugas y antiestéticas bandas fibrosas.
Hábitos diarios que retrasan el envejecimiento del cuello y el escote.
La mejor manera de cuidar estas zonas de la piel es adoptar tres hábitos de belleza específicos y constantes. En primer lugar, debemos reponer las sustancias que faltan en la superficie cutánea. En segundo lugar, hay que apoyar la actividad y renovación de los fibroblastos dérmicos. Y en tercer lugar, cuidar del imprescindible platisma.
1. Reintegrar la película hidrolipídica.
Es imprescindible una rutina de belleza dirigida: un limpiador suave, no agresivo, preferiblemente una leche limpiadora; cremas hidratantes y rejuvenecedoras específicas para la zona, particularmente ricas en ácido hialurónico y lípidos. Y nunca olvidar proteger adecuadamente esta área del sol (¡incluso más que el rostro!) con ropa o protector solar.
2. Realizar sesiones de biorevitalización.
Las sesiones de inyecciones biorevitalizantes con ácido hialurónico natural de alto y bajo peso molecular, preferiblemente en forma “híbrida”, son ideales para devolver tono y vitalidad a la dermis, haciéndola más resistente a la acción de la gravedad.
3. Cuidar el platisma.
Esto significa proporcionar al busto un soporte adecuado (con sujetadores suaves, envolventes y sin aros), pero también evitar esfuerzos musculares excesivos que puedan hacer que el músculo ceda y forme bandas longitudinales, especialmente en la parte frontal. Esto conduciría a la formación de las típicas y lamentablemente definitivas bandas del cuello.
Como siempre, en el caso del cuello y el escote, la prevención es fundamental, y puede llevarse a cabo con pequeñas pero importantes precauciones que deben adoptarse desde edades muy tempranas, con constancia y compromiso.
